La sesión inició con Vero Araiza, quien abordó lo común como uno de los giros más grandes que se han dado en las humanidades y ciencias sociales.
Para entender esto, hay que remontarnos a los movimientos sociales de las décadas de los años 60 y 70 de frente al autoritarismo, donde surgen los llamados “nuevos movimientos sociales”. En ellos se busca una defensa de la identidad y de los derechos civiles. En la parte teórica, se construye una crítica al capitalismo como modo de vida y como productor de subjetividades.
Para la década de los años 80 hay un desencanto. Inicia el neoliberalismo, cae el bloque comunista, se declara el fin de la historia y hay un declive en la teoría crítica y los movimientos sociales debido al desencanto del comunismo. ¿Cuál es la siguiente posibilidad de otro futuro? ¿Qué forma tendría la utopía ahora?
En la década de los 90 surge el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que revitaliza la teoría política proponiendo nuevas utopías —e incluso eutopías en el sentido que la utopía es posible aquí y ahora—: “un mundo donde quepan muchos mundos”, la diversidad de mundos y lo que reinterpreta la comunidad. Mientras que la filosofía occidental aprovecha para reinterpretar el sentido de comunalidad, esta filosofía indígena recibe una visibilización de su propio concepto de comunalidad. Esto es muy esperanzador, visto como contrapropuesta a la pérdida del trabajo y el sentido de labor frente a la precarización visto desde el neoliberalismo. Cabe aclarar que la visión del EZLN, si bien es la que se difunde más, no es la única a la que se hace alusión ya que otras filosofías indígenas también son valoradas y compartidas.
A finales de los 90 se empieza a observar lo que Araiza llama nueva izquierda, glocal, posmoderna, y neo o posmarxista. Y como se sale del neoliberalismo y el marxismo clásico se plantea otra filosofía política: las luchas biopolíticas. Ya sea desde los movimientos indígenas y de defensa de la tierra, como la comunalidad, el buen vivir andino, entre otras o desde movimientos feministas, altermundistas o ambientalistas para la sostenibilidad de una vida buena/digna/que merece vivirse.
Comunalidad - término acuñado por Floriberto Díaz y Jaime Martínez Luna. Se construye desde un diálogo más afectivo, reivindicando valores colectivos. Es la organización histórica de los pueblos originarios, resaltando el contexto colonial. La comunalidad tiene varios ejes: el territorio, la asamblea, la autoridad como servicio, el tequio y los ritos y ceremonias.
Antonio Negri y Michael Hardt hablan sobre el Imperio, la Multitud y el Commonwealth. Lo que se discute es la desterritorialización del capitalismo —poniendo de cabeza el centro y las periferias—. En Multitud (2006) hablan sobre las resistencias heterogéneas y festivas, así como del precariado. Y en Commonwealth. El proyecto de una revolución del común (2011) hablan de comunidad o la forma revolucionaria contemporánea. Ni estado (público) ni mercado (privado).
Entonces se plantea una nueva relación entre comunidad y singularidad. No se habla de una masa uniforme, ni de un conjunto de personas, sino de un abigarrado — chi’ixi según Silvia Rivera Cusicanqui—. Una comunidad donde la singularidad es interdependiente y comprometida con la diversidad y la diferencia.
El capitalismo se caracteriza por el cercamiento, por la privatización de los bienes comunes, o como Garrett Hardin denomina: la tragedia de los comunes. La contrapropuesta es de Elinor Ostrom: el gobierno de los comunes, con una investigación aplicada de casos específicos y locales. Sobre esta misma línea, David Bollier describe más a fondo los bienes comunes y las formas en las que se gestionan, en Pensar desde los comunes. Una breve introducción traducido como procomún, abarca muchos tipos de bienes y de comunidades que los defienden y administran, los modos de gestión. Y esta gestión no siempre va a poder ser realizada por el Estado, ya que no solo no tiene los medios sino que tampoco las herramientas.
Por su parte, Marina Garcés habla sobre la Dimensión común, donde discute el reconocimiento de un mundo común, ¿cómo vivir juntxs?, la interdependencia heideggeriana del ser-con, un nosotrxs extendido, reconocernos como terranos, el anonimato como una despersonalización y desfamiliarización, la comunidad como éxtasis. Citando el texto de Garcés La fuerza anónima del rechazo: “La presencia de este don que pone al individuo fuera de sí y lo obliga ante el otro, del don como obligación que se contrae con el otro, es el rastro que Roberto Esposito detecta en la etimología misma de la palabra «comunidad»: munus, el don que estamos obligados a retribuir, es lo que articula el espacio vacío de la comunidad”. Es decir, lo común no como una intersubjetividad sino como un yo puesto en plural, busca una conciencia del mundo desde el cuerpo, “lo común no es nada” —no es algo prefigurado o previsible, es un devenir que emerge— es la riqueza de nuestro inapropiable mundo compartido.
Procedimos a la segunda parte del seminario con la presentación de José Luis Arroyo, artista, gestor y diseñador, quien estudió en Morelia, Michoacán, lugar de partida para muchos de sus trabajos.
El inicio de su trabajo lo denomina “excusas” que pueden ser: algo territorial, como una comunidad en específico; la práctica artística; o el material que se puede dividir entre un recurso natural y un oficio. Parte de la pregunta ¿Cómo nos beneficiamos de un lugar o cómo ese lugar se puede beneficiar de nosotres? Se interesa por la materialidad desde su condición de recurso natural como las fibras naturales o la madera, así como de imágenes, abordando estas como un recurso más comúnmente usado y consumido. Se acerca a distintos oficios como el textil, colaborando con artesanas que realizan rebozos y tejidos en fibras naturales y también de la carpintería y la fotografía como medio de producción.
Bajo ese contexto nos compartió tres proyectos. El primero continúa en desarrollo Tratado de materiales domesticados (iniciado en 2022) que versa sobre la historia de la arquitectura y su relación con la arquitectura moderna, especialmente con las trojes del estado de Michoacán, realizadas con distintos materiales, un ensamble bastante sencillo y tipo lego que puede armarse y desarmarse con facilidad. Una construcción comunitaria distinta a la de las casas de las ciudades, que propone una relación más amplia con el espacio exterior inmediato. Las trojes son el lugar donde solo se duerme y almacena la cosecha y esta está situada en un terreno que también integra aparte la cocina, el huerto, el baño, áreas comunes para compartir. El proyecto no solo son piezas u objetos sino que existen y se activan en ciertos lugares, como el municipio de Charapan —donde trabajó con infancias encontrando otras formas de compartir el conocimiento por medio del hacer, trasladándola a distintos medios como una publicación impresa a manera de fanzine troje—.
Posteriormente habló de La ruta está en las intersecciones, an attempt of tracing the mirror route (2023) el cual hace un contraste del paisaje desde la fotrografía, siguiendo la ruta de viaje por Yucatán y Chiapas que realizaron Robert Smithson, acompañado de su esposa Nancy Holt y la galerista Virginia Dwan en 1969. Por último presentó su proyecto más reciente, Una mancha no oculta en la mesa (2024), el cual parte del archivo fotográfico familiar, en específico de su mamá, quién fotografía la reserva de la biósfera de la mariposa monarca en Michoacán. Muestra un collage entre tomas y tiempos donde destaca el cambio del paisaje y de las personas. Y dentro de las pláticas que se detonan, ha encontrado la esperanza de que no todo es tan desolador y hay otras maneras de mantener y hacer crecer el bosque abordando lo íntimo de lo personal a una resonancia colectiva.










Diana Vite presentó Complicidades y comunidades contracapacitistas abordando lo que ha descubierto y cocreado desde los estudios críticos de la discapacidad, y los estudios críticos feministas. Ella ha transitado hacia la ceguera y padece algunas condiciones crónicas de salud y dolor por lo que nos compartió desde su propia experiencia encarnada.
Su tesis, Fragilidad como potencia contracapacitista (2020), aborda la fragilidad desde la experiencia personal, politizando el dolor, la enfermedad y la vulnerabilidad, colocándola en el centro como algo que todxs compartimos. La fragilidad entendida como refugio, sostén e interdependencia que es subversiva al sistema, inspirándose en Sarah Ahmed y su idea sobre el goce de la negatividad: el devenir frágil. Politización de la enfermedad, la discapacidad y el dolor crónico.
Desde esta visión, surgió el deseo de conectar y hacer comunidad con otras personas en situaciones similares, y así, en el contexto de la pandemia por COVID-19, nació la Colectiva Femidiscas. Colectiva que reúne las experiencias de mujeres discapacitadas, enfermas y con dolor crónico desde la multidisciplina y el feminismo. Una parte importante del proyecto es la virtualidad, pues se ha convertido en un medio de conexión y resistencia para aquellos cuerpos que, por sus condiciones, no pueden ocupar las calles. Así, uno de los proyectos de Femidiscas fue la creación de un videopodcast, a manera de multiformato. Haciendo uso del lenguaje de señas, descripción de imagen, y sonido, para las audiencias con distintas discapacidades.
Nos mostró algunas colaboraciones con la Editorial Inválida, con el proyecto Moviendo la imagen: representar, reenmarcar y reclamar, enfocado en mujeres con discapacidad y dolor crónico para crear representaciones propias y alternativas a las hegemónicas. Entre estas colaboraciones destaca una pieza sonora llamada Serie de minificción Contracapacitismos (2023). Finalmente, nos habló de su próximo libro Discapacidad y feminismo: germinando aportes anti/contracapacitistas desde América Latina, realizado en co-creación con la compañera colombiana Eli Ortega.






Mónica Mitre nos compartió a manera de mapa conceptual algunas de las notas de la sesión y el texto con relación al contexto de algunas de sus investigaciones en curso. Destacó que “Toda experiencia del nosotros es una impresión subjetiva de la conciencia en particular en relación con otros”, vinculado al trabajo de la artista visual del performance Lygia Clark, quién explora los textiles alterados como medio para la relación entre las conciencias, creando aparatos que alteran la experiencia del espectador.
A partir del trabajo de Clark, Mitre realizó el ejercicio Sublenguajes, la cual consta de una especie de máscara tentacular que estimula diversos sentidos, alterando la comunicación para abrir nuevas posibilidades de conexión y experiencia. Asimismo, en su pieza Dialéctica del adentro y el afuera (hogares nómadas) , toma como referencia a Gaston Bachelard y sus ideas sobre las relaciones entre el interior y el exterior. La pieza incluye una ventana que enmarca distintas partes del cuerpo, invitando a otras personas a la interacción con el entorno a través de un acto performático que desdibuja la dicotomía entre el adentro y el afuera.
Finalmente, mencionó su proyecto Cardumen (noviembre, 2024), próximo a realizarse, en el cual aborda la esfera pública patológica, la cual se refiere a este espacio político en el que está ya muy presente la violencia, por lo que el ejercicio propone una perspectiva de comunidad y asamblea. Este proyecto se inspira en el libro Cuerpos aliados y lucha política: Hacia una teoría performativa de la asamblea, de Judith Butler, y propone a la libertad de reunión como un mecanismo para reclamar el cuerpo y el espacio en donde se apropia de lo público mediante acciones performáticas de resistencia y unión, abordando la comunidad como la posibilidad de estar juntas.
Por último presentó María Coba Pecot, artista escénica ecuatoriana, quien nos compartió su proyecto personal en desarrollo continuo llamado ¿Cuál es la esencia?, el cual se basa en la exploración del proceso creativo del movimiento, asociado a prácticas corporales en los entornos donde surge. Presentó parte de los registros y apuntes de las prácticas teatrales, las clases y los cuadernos de registro.
También abordó la práctica del Ashtanga yoga para llevar esas experiencias al proceso creativo. Lo investigó más a fondo con el grupo Culebra explorando un ensamblaje gestual corporal que le permitió salirse de su disciplina. Durante la pandemia y su cambio a otro país notó la relación del cuerpo y del lenguaje y la forma en la que se ven afectados por el entorno que habitamos. Presentó un registro en video de las sensaciones que experimentó ante una cultura nueva al migrar a Francia. Y ante la pregunta ¿cómo activar otros principios o fundamentos que permitan jugar con el movimiento relacionado con el entorno? El proyecto se enmarca en un registro que permite volver a la memoria, el movimiento y el entrenamiento corporal, entendiendo al cuerpo que habita el espacio.


